miércoles, 3 de junio de 2020
Las piscinas de verano no se abrirán este año.
Publicado por
Eusebio Hervías del Campo
en
19:30
4
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Recuerdos de infancia.
Los desafíos
futbolísticos que celebrábamos de jovencitos eran de lo más variopinto que
imaginarse pueda. No había ni un solo jugador de los veintidós que saltábamos
al terreno de juego que llevara la indumentaria completa. Al que no le faltaba
la camiseta, le faltaba el pantalón; al que no le faltaba ni lo uno ni lo otro,
le faltaban las medias; el que tenía estas tres prendas, carecía de las botas…
¡Un desastre! Pero no era esto lo más grave: en un mismo equipo había camisetas
del Zaragoza, del Atlético de Madrid, del Español, del Real Madrid, del
Athlétic de Bilbao -éstas, no sé por qué, eran las que más abundaban-, y para
colmo de males, unos calzábamos zapatos, otros zapatillas, algunos botas de
tela, y, los menos, botas de fútbol. Y el caso es que no parábamos de pedirles
a los Reyes Magos, año tras año, que nos trajeran la equipación completa, pero,
o no sabían leer o eran muy puñeteros, porque siempre nos traían ropa de vestir
y material escolar. ¡Qué torpes! ¡Si eso ya nos lo iban a comprar nuestros
padres! Mucho subir escaleras, andar por los tejados y entrar por las ventanas
con los caballos… y luego no sabían traernos los regalos. Los desafíos se
llevaban a cabo en el “Olivar de Wichita”, donde actualmente está el IES Rey
Don García; en “La Salera”, cuando se jugaba al revés que ahora: del pueblo
hacia la Calavera, y detrás de la pared lateral del frontón, donde estuvieron
colocadas las pistas de tenis -este era el más utilizado-, y nos enfrentábamos
equipos de diferentes colegios, asociaciones y barrios: Lo Leones contra la
OJE; los Maestros contra los Frailes; los de Wichita contra los de San
Fernando…, y entonces, los balones ya eran de cuero. Unos conseguidos gracias a
“Juanito Zahor”, el intrépido astronauta que recorría el espacio con una cuba
de vino de Rioja; otros gracias a “La
Conquista del Oeste” -nos poníamos morados de chocolate Zahor y Hueso para
conseguirlos-, y los demás, prestados por “buscatalentos”, que siempre los
hubo. La rivalidad que existía en estos partidos era tal -me río yo de los
partidos de “alto riesgo” de ahora-, que, en lugar de desafíos futbolísticos,
deberíamos haberlos llamado “guerras tribales”. Montábamos unos ciscos
impresionantes entre nosotros en todos los partidos, aunque, en alguna ocasión,
cuando jugábamos contra la OJE, todas nuestras furias iban contra su
Presidente, don Alfredo, el director del Colegio San Fernando, para vengarnos
del martirio que nos hacía pasar cada día, obligándonos a cantar el “Cara al
sol”, colocaditos en hilera de a dos, con los brazos estirados tocando el
hombro del compañero, en el pasillo del colegio. Es menester aclarar, empero,
para que nadie se lleve a engaño, que los desafíos futbolísticos causaban
tantas bajas como las guerras que librábamos a pedrada limpia en el cascajo,
los de los Maestros contra los de los Frailes, que como eran de orilla a orilla
del río Najerilla y ninguno de nosotros lo atravesaba, no hacíamos ni un
puñetero “pique”.
Publicado por
Eusebio Hervías del Campo
en
10:00
27
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Suscribirse a:
Entradas (Atom)