Después de año y medio
denunciando la barrera arquitectónica que suponían los baches de la
alcantarilla de Iberdrola en la acera de la conocida como “ruta del Colesterol",
y aunque mi difunta tía Luisa no lo haya visto, los del Ayuntamiento han
arreglado -aunque de forma chapucera- los baches y han eliminado la barrera. Me
alegro mucho por todas las madres que pasean por ahí con coches y sillas y,
sobre todo, por los que llevan a personas con movilidad reducida. Lo dicho: “No
hay mal que por bien no venga”.