Lo que me faltaba por ver. Que los sinvergüenzas del Partido Popular, que con tanta irresponsabilidad han acabado con el Patrimonio Histórico, y con nuestras señas de identidad, se manifiesten, pancarta en mano, a las puertas de Santa María La Real , para culpar a Zapatero de tener cerrada la Escuela de Patrimonio de nuestra ciudad. Es sencillamente vomitivo.
Se les tenía que caer la cara de vergüenza, sobre todo a la senadora Mendiola y a la alcaldesa de Nájera, que tantas atrocidades han cometido en nuestra ciudad, por convertirse ahora en pancarteras, cuando, y eso lo he visto y oido yo, si la Ministra de Cultura, por ejemplo, anunciaba un viaje a Santa María La Real , la llamaban oportunista y sinvergüenza, en público, y otros insultos que avergüenza ponerlos, en un bar, porque se creen a pies juntillas, las dueñas del Monasterio.
Estas sinvergüenzas, que tendrían que ir por la calle con pasamontañas, lo que tienen que hacer es dejar de insultar al Presidente del Gobierno, que es quien puede darnos dinero; dejar de violar las leyes, para dar ejemplo al pueblo; quitarles inmediatamente las instalaciones de telefonía y electricidad a las criaturas inocentes de la nueva guardería, que representan un peligro cierto; pedir perdón públicamente por habernos tirado un polideportivo nuevo, y por haber construido un edificio a la sombra del Monasterio; cerrar la ETTPP , que tienen montada en el Ayuntamiento, y darle trabajo a quien de verdad lo necesita, a quien no tiene ni un solo euro; dejar de cobrar los tres astronómicos sueldos; dejar de poner en peligro a nuestros mayores, ubicándolos en “zonas inundables”, que corren un serio riesgo. Recuperar y rehabilitar todas las zonas naturales y de monumentos y restos históricos y arqueológicos, que tan alegre e irresponsablemente han arrasado desde que están en el Ayuntamiento; empezar a respetar de verdad a Santa María La Real , y a los guardianes de dicho Monasterio. Dejar de engañar a nuestros mayores y a quienes viven en la necesidad, cada vez que necesitan sus votos… Dejar, en suma, de ser tan vomitivamente irresponsables, y comenzar de una santísima vez, a arrimar solidariamente el hombro. Ese sí que sería un buen ejemplo.