El Concierto que la orquesta la Orden de la Terraza de Nájera nos
ofreció anoche en la Iglesia del Monasterio de Santa María La Real a más de
medio millar de najerinos, fue apoteósico e histórico. Porque, además de tocar
los actuales componentes, se unieron a ellos casi todos los que han formado
parte de esta magnífica orquesta en un momento u otro. La presentación corrió a
cargo de Alfredo Hermenegildo, y el Programa elegido para la celebración de
este cuarenta aniversario, fue el siguiente: Intermezzo, de Enrique Granados;
La Oración del Torero, de Joaquín Turina; El Amor Brujo, de Manuel de Falla;
Tracerías, del Director Musical, Carlos Blanco Ruiz; La Trampa, de Héctor
Molina, y Malambo, de José Manuel Expósito. Una vez terminado, hicieron un
inciso para que se colocaran los ex componentes de la orquesta en el Altar de
la Iglesia, y tocar todos juntos -casi setenta Músicos-, la maravillosa
pieza del Maestro Yasuo Kuwahara, recientemente fallecido, La Canción del Otoño
Japonés, que hizo que a todos se nos erizara el bello. -Yo la escuché con los
ojos cerrados, y puedo aseguraros que, durante los casi veinte minutos que duró,
me sentí en otro mundo.- Fue algo extraordinario; maravilloso; brillante; grandioso;
apoteósico. Antes de ello, mi primo Ramón Hervías, Director Honorífico, tomó la
palabra y fue sonora y largamente aplaudido. No hay que olvidar que la orquesta
la Orden de la Terraza resurgió de la mano de mi primo Ramón y de Demetrio
Guinea, e impulsaron los Conciertos por toda España, las giras por Europa,
Siberia, Japón, Colombia y Canadá; la grabación de cinco CDs o el estreno de
una importante colección de obras que han ido jalonando la historia de la
orquesta. Pero como la felicidad completa es imposible en esta caprichosa,
injusta y puñetera vida, abandoné el Templo con un sabor agridulce, porque
en un Concierto tan importante como este, faltó el Fundador y actual Presidente de La Orden de
la Terraza, mi buen Amigo Antonio Cerrajería Arza, al que le dedico un ¡ojalá! grandísimo, desde lo más profundo de mi alma.