Ginkgo biloba, el Gingko
o árbol de los cuarenta escudos, es un árbol único en
el mundo, sin parientes vivos. El nombre de "árbol de los 40 escudos"
se debe al precio que pagó un aficionado parisino a un horticultor inglés por
la compra de cinco ginkgos al precio de 40 escudos cada uno. El nombre original
de este árbol en chino es "albaricoque plateado". El ginkgo
moderno es un fósil vivo, con fósiles claramente emparentados a él que datan
del Pérmico,
hace 270 millones de años. Se extendieron y diversificaron por toda Laurasia
durante el Jurásico
medio y el Cretáceo
para comenzar a escasear a partir de entonces. Hacia el Paleoceno, el
Ginkgo adiantoides era la única especie que quedaba y, al final del Pleistoceno,
los fósiles de ginkgo desaparecieron de todos los registros a excepción de una
pequeña zona de la China central donde ha sobrevivido la especie moderna.
Originario de China.
Puede llegar a vivir un milenio. Se ha usado con fines ornamentales desde hace
miles de años. Puede florecer en diferentes climas del mundo; sin embargo, crece
principalmente en China y Corea, en el sur y el este de Estados
Unidos, el sur de Francia (y en Paris también), en algunas ciudades de España y en
ciudades de Uruguay,
Argentina
y Chile. Desde
hace siglos, o quizás milenios, se ha utilizado por sus acciones terapéuticas,
especialmente por la medicina tradicional china, y las hojas del árbol se usan
en la herbolaria moderna. De las hojas del ginkgo se obtiene un extracto que
posee flavonoides
(ginkgoloides y heterósidos) que al ingerirse aumentan la circulación sanguínea central y periférica, y
como consecuencia se hace más eficiente la irrigación de los tejidos orgánicos. Esto beneficia a las personas
en edad madura y senil, ya que sus organismos pierden capacidad para irrigar
adecuadamente los tejidos (especialmente el cerebro y eso provoca la pérdida de
memoria, cansancio, confusión, depresión y ansiedad). El consumo de Gingko
aminora estos síntomas y además hace más eficiente la irrigación en el corazón
y las extremidades. Un año después del estallido de la bomba de Hiroshima, en la primavera de 1946, a
cerca de un kilómetro de distancia del epicentro de
la explosión, un viejo Ginkgo destruido y seco empezó a brotar,7
mientras que un templo construido frente al mismo fue destruido por completo.8 9 Para
Hiroshima se transformó en símbolo del renacimiento y objeto de veneración, por
lo que se le llama "portador de esperanza".10 El árbol
fue documentado y fotografiado como el ginkgo de la bomba atómica de Hosenbo en
Hiroshima (foto
del árbol).7
Después del desastre se despertó la curiosidad en la ciencia médica por
estudiar las propiedades curativas del Ginkgo biloba. El botánico alemán Engelbert Kaempfer (1651-1716) estaba en Japón
trabajando para la compañía de las Indias Orientales cuando, en 1691, descubrió
ejemplares de ginkgo vivos. Los describió en su obra Amoenitatum exoticarium,
publicada en 1712. Más tarde llevó semillas de ginkgo a Holanda y en el jardín botánico de Utrecht
se plantó uno de los primeros ginkgos de Europa, que todavía está allí. En
Nájera tenemos tres: Dos en la margen derecha del río Najerilla, detrás del
cerrado Hotel San Fernando, y otro en la margen izquierda, junto al Colegio de
Nuestra Señora de La Piedad. ¡A ver si duran!