Poco o nada entiendo de obras. Al fin y al cabo, a lo más que llegué en el mundo de la construcción fue a ser un buen zarramplín. Pero algo entiendo de tormentas, escorrentías y torrenteras. Y basándome en ese pequeño conocimiento (¡ojalá me equivoque!), mucho me temo que la solución que han adoptado los del Ayuntamiento para erradicar de una vez por todas el intolerable ruido producido por las dos alcantarillas, que los vecinos del principio de la calle Costanilla han estado soportando estoicamente durante más de cuarenta años, ha sido errónea.
Si teniendo las dos antiguas alcantarillas ocupando toda la carretera, en alguna ocasión se han llenado de agua y de barro la Plaza de España y la Calle Mayor cuando ha habido alguna tormenta, no quiero ni pensar lo que ocurrirá ahora, con una alcantarilla a cada lado de la carretera, cuando se produzca una tormenta seria.
Como sé en qué terreno me muevo, y con qué gente me juego los euros,
quiero dejar bien claro, tal y como ya hice anteriormente, que me alegro de
todo corazón de que los vecinos de esa zona hayan dejado de sufrir ese infernal
e intolerable ruido. Pero creo que los dueños de bajos, bares y comercios de la
Plaza de España y de la Calle Mayor, pueden ir encomendándose a Dios, a la
Virgen y a todos los Santos. ¡Tiempo al tiempo!