Una vez más ha quedado demostrado que ni
los elementos pueden con las fiestas de San Juan. A pesar de que la lluvia nos
ha dado una tregua durante toda la mañana para que pudiéramos almorzar al aire
libre y disfrutar de las Vueltas hasta bien entrada la Calle Mayor, a las
cuatro de la tarde ha caído agua a cántaros, lo que ha hecho que los Músicos
dejasen de tocar para guarecerse en el escenario y seguir el ritual de dar las
tres Vueltas que marcan el final. Cuando han llegado a él ha dejado de llover,
pero a la segunda Vuelta ha vuelto a diluviar. No obstante, la mayoría de
nosotros, incluida la "Conchius", con la que he tenido el honor de
dar las Vueltas, no solo hemos seguido hasta el final, sino que, empapados de
agua, hemos pedido un bis que los músicos, como siempre, nos han concedido
generosamente, y además nos han aplaudido por aguantar como jabatos el temporal. Terminadas
las Vueltas nos hemos dirigido a la zona, donde ha vuelto a diluviar, sin que
ninguno nos diéramos por vencidos. Pero ha llegado un momento en el que caía
tal cantidad de agua, que nos ha obligado a marcharnos a casa. Ahora mismo,
cuando estoy escribiendo estas precipitadas líneas, está cayendo el Diluvio
Universal. Como nota negativa, un año más nos han enviado de Logroño un montón
de autobuses de jóvenes a hacer botellón en la ribera, sin tener la decencia de
tener los servicios de la Estación de Autobuses abiertos. Lo que ha provocado
que casi todos los bares del Paseo hayan cerrado los suyos. Ya que el Gobierno
de La Rioja nos envía cada año a esta falange de jóvenes, lo mínimo que puede
hacer es tratarlos como a personas, en vez de como animales, abriéndoles los
servicios.