Otra repugnante imagen del chupinazo. (EFE.) |
Cuando el día 7 de Julio vi en casi todos los periódicos la fotografía
de una pamplonica subida a hombros de un
desconocido (a él no se le veía) con una teta fuera, me pareció hasta graciosa:
“No es una mala manera de comenzar la fiesta”, me dije. Y me dediqué a otra
cosa. Pero hoy, cuando he llegado a casa y he puesto la televisión, ha salido,
para mi desgracia, lo que realmente pasó, y he sentido asco, repugnancia, vergüenza y muchísima impotencia. Según
denunciaba el telediario de La Sexta, con imágenes que me han impedido dormir
la siesta, esa pobre chica terminó desnuda y manoseada por una asquerosa e
indecente turba de babosos hijos de puta. Comenzaron bajándole el tirante de la
camiseta y sacándole una teta (ésa es la foto del chupinazo), después le
quitaron (rasgaron sería más correcto decir) la camiseta y se lanzaron como posesos
a manosearle las tetas. No contentos con ello, le bajaron el pantalón y,
si no es por algún buen samaritano que se la llevó como pudo de allí, la
violan. Cuando he visto el rostro de esta pobre chica, he lamentado no haber
estado allí con una repetidora, para haber matado a tiros a todos esos hijos de
puta. No quiero ni pensar cómo se tuvo que sentir. Lo que sí
me atrevo a aseverar, es que con el chupinazo se acabaron para ella las
fiestas. Escenas tan asquerosas como esta, no solo afean el comportamiento de
algunos pamplonicas, sino que nos dejan a todos los
españoles como unos gañanes hijos de puta.