Quizás fue por desidia.
Por hacer mal las cosas. Por olvido. Pero quiso la casualidad, que hayamos
estado cuatro años sin dragar el río. Y gracias a eso, hoy podemos presumir de
tener un río vivo. En ningún pueblo de España tienen la riqueza faunística que
tenemos nosotros en nuestro río. En los últimos meses, sin movernos del centro,
hemos podido disfrutar a diario viendo patos, ratas de agua, garzas, garcetas,
mirlos acuáticos, cormoranes, visones -europeos y americanos-, nutrias… y al martín
pescador, que todos creíamos extinguido. ¡Ojalá podamos seguir disfrutando un
montón de años más de tan sublime espectáculo, ya sea por desidia, por defecto
de forma o por olvido!