Una vez ejecutados
todos los trabajos trascendentales para el futuro de nuestra ciudad, hora es ya
de que nos ocupemos de los insignificantes. Pasados los primeros siete meses
del año 2018 -y casi los cuatro años de legislatura-, creo que nuestros
gobernantes podrían ocuparse ahora de solucionar el problema de la entrada a
nuestra ciudad por la zona oeste; del arreglo de todas y cada una de nuestras
calles; de la eliminación de las barreras arquitectónicas; de la iluminación de
nuestra ciudad; de dinamizar la industria; de la eliminación de casetones y
torres de alta tensión; de la limpieza y decoro de los solares: de la rehabilitación
del casco antiguo; de acabar con el problema de los olores, y, en suma, de
solucionar todos los problemas baladíes, triviales, nimios, insignificantes.