Parece
mentira que este amasijo de hierros sea el Cinema Club de Nájera, donde, tanto
de niños como de jóvenes, vivimos tantas aventuras que, sobre todo de niños, durante
los días de escuela convertíamos en juegos. Cuando lo miro ahora, me parece increíble
la percepción que de él tenía -me
parecía inmenso-, siendo, como es, tan pequeño. Aunque he escrito sobre él en
diferentes medios, quede aquí inmortalizada para siempre lo que otrora fue una
maravillosa fábrica de sueños.