Meterse en el río
Najerilla cuando cubre solo hasta el tobillo a quitar cuatro troncos varados en
una de las cepas del Puente de Piedra, no tiene ningún mérito. ¡Eso lo hace
cualquiera! Lo que de verdad es emocionante, arriesgado y meritorio, es hacerlo
cuando hay una gran crecida y la cantidad de troncos varados amenazan con
malograr la operación, y con inundar el pueblo. ¡Eso sí que es de intrépidos!
Por consiguiente, como reza el título de la entrada, ¡que no los quite
nadie!