El partido popular, que en todo lo que acontece ve una oportunidad de oro para saciar su hambre de poder, ya está lanzando el mensaje de que Zapatero no aplicará todo el peso de la ley, sobre los amotinados controladores.
No es mi intención (¡Dios me libre!) entrar a valorar si estaban o no en su derecho al hacer lo que ha dado en llamarse “huelga salvaje”, que tan carísima les ha costado a decenas de miles de pasajeros, y a miles de propietarios de hoteles, restaurantes y bares. Lo que me llama poderosamente la atención, es que en este, como en otros tantos temas, los populares, en lugar de enviar un mensaje de unión sin fisuras, para paliar, en lo posible, las consecuencias, y exigir, dentro de un orden, posibles responsabilidades, acostumbrados como están en este País ruin y cobarde, intenten meter la mano entre la multitud, para pegarle un ladrillazo al desvalido e indefenso moribundo al que están linchando en la plaza pública, una caterva de analfabetos salvajes.
En ningún momento podemos ni debemos exigir los ciudadanos de a pie, que los gobiernos utilicen las leyes para vengarse. Y mucho menos aún, estemos de acuerdo o no con lo que han hecho, que esa “venganza legal” vaya dirigida contra cuatro trabajadores. Fueron quinientos los controladores que se amotinaron. Y dudo enormemente que la inmensa mayoría de ellos fueran a la huelga coaccionados o amenazados de muerte. Por consiguiente, si injusticia es utilizar el poder para vengarse, mucho más aún lo es, querer que cuatro pardillos paguen las consecuencias de esta "huelga salvaje", y aplaquen, así, nuestra sed de venganza, con su todavía inocente sangre.