Hoy se ha muerto mi tía
Luisa. Una mujer hermosa en el sentido más amplio y profundo de la palabra.
Quiero que sepas, tía mía, que ha sido un auténtico honor para mí poder estar contigo hasta el último día. Siempre me trataste como a un hijo; y como un
hijo he gozado de tu bendita compañía. Ojalá exista el Cielo, y allí, junto a
tu querido Hilario, gocéis eternamente de todo cuanto os ha sido negado en esta
vida. Quiero felicitar en tu nombre a todo el personal de la Residencia Santa
María, por lo mucho que te han querido, y por haberte hecho mucho más llevadera
la partida. ¡Descansa en paz, tía Luisa!