Señorita alcaldesa. Cuando una persona cuelga en su Facebook: “En un
mundo tan complejo, y en una sociedad, en muchas ocasiones con falta de
valores, irrumpe el Papa Francisco, un modelo que representa a la verdadera
Iglesia. Un hombre cercano, solidario, sencillo, pero con una fuerza que nos
atrae a todos, sigamos su ejemplo de oración y entrega a los que más nos necesitan”, tiene que hacerlo dando ejemplo. Y, en lugar de buzonear un
panfleto en el que nos cuenta lo que ya contó Pablo J. en su momento, lo que
tendría que haber hecho es darles -estos días son muy propicios para ello- a
las familias que están pasando hambre en nuestra ciudad, lo que les han costado
los panfletos. Eso sería un acto de caridad (para mí lo sería de justicia),
propio de una buena cristiana. Pero es que además de ser un gasto innecesario,
por conocido, usted vuelve a tratarnos de tontos a los najerinos. Todos
conocemos las obras de los últimos ocho años: “Centro de Salud, el Puente de
los Pescadores, el arreglo (con barreras arquitectónicas, por cierto) integral
del Puente de San Juan Ortega, el Pabellón Multiusos o la Residencia de
Ancianos”. Las que no conocemos, empero, son las del nuevo Colegio Público San
Fernando; las de la Rehabilitación integral de la Casa de Cultura; las de la
eliminación del Silo, para crear en el solar resultante una nueva zona de ocio
para los Barrios Altos, con parque de mayores y de niños, circuitos de paseo y
un Partenón acristalado; ni la réplica de la Botica de Santa María La Real, en
el Museo Histórico Arqueológico Najerillense; ni la ampliación de “suelo
industrial”; ni la llegada de aquellas misteriosas Empresas que Pedro Sanz iba
a traer a nuestros Polígonos; ni el Plan de Dinamización Turística; ni
muchísimas de las promesas que usted hizo para los últimos cuatro años. De
momento, lo único que sabemos es que existen estos dos Proyectos que, de
culminarse, en poco o en nada van a ayudar a salir adelante a los mil
setecientos -ahora ya serán más- parados, y que usted y sus dos liberados,
mientras otros pasan hambre, cobran unos súper sueldos. Esto, señorita
alcaldesa, es más propio de fariseas insolidarias que de cristianas entregadas
a los que más lo necesitan. Así que, la próxima vez que quiera pedirles algo a
los demás a través de su Facebook, piénseselo dos veces. Por último, me voy a
permitir la licencia de enviarle una preciosa y certera sentencia de Epicuro:
“Serán mucho más conmovedoras, créeme, tus palabras, si las pronuncias en un
catre, o vestido de jirones, ya que entonces no serán palabras, sino pruebas”.
¡Aplíquesela usted, señorita alcaldesa, si de verdad quiere seguir el ejemplo
del Papa Francisco!