Cuando nos hallamos a
las puertas de las fiestas de San Juan, acuden a mis mientes los maravillosos
rincones a los que los de mi generación acudíamos, de niños, a merendar, y de
jóvenes, a retozar. La Fuente de La Estacada es, sin duda alguna, el más señero
de todos ellos. Quizás sea por eso por lo que mis piernas me conducen a ella cada día,
en busca de hermosos recuerdos. Mas cuando llego allí y veo su absoluto
abandono, me quedo perplejo, y abandono inmediatamente el lugar, con alguna
lágrima en los ojos.