Mientras en la
primavera de 1866, quienes tuvieron que rehabilitar el Puente de San Juan de
Ortega debido al mal estado en que quedó después de varias crecidas, decidieron
añadirle un arco más -entonces solo tenía siete-, por falta de capacidad de
desagüe, nosotros, ahora mismo, en el 2020, queremos dejarlo solamente con dos,
porque sí; porque nos sale de las escolleras. O de los cojones. Que es lo
mismo. Esto me hace recordar lo que me contaban de pequeño que dijo el “ingeniero”
que vino a ponerle defensas al Najerilla: “Este río lo meto yo por los cañones
de una escopeta”. Y sin terminar las obras, una crecida se llevó todos los
espigones de hormigón que había construido. ¡Pues eso!