Que no estemos preocupados. Que no les ha sucedido nada. Que ya sabe que llevamos cuatro días sin verlas. Que su súbita desaparición no se debe a ninguna tragedia, sino a que la crecida les ha hurtado la guarida y la comida. Que volverán de nuevo con nosotros en cuanto crezcan lo suficiente las yerbas del bosque de ribera, y los cangrejos señal vuelvan a poblar las piedras. Que ahora mismo no tienen en su hábitat ni crustáceos, ni anfibios, ni ratas de agua, ni serpientes, ni ranas, ni peces, ni nada que llevarse a la boca. Que estemos tranquilos, porque muy pronto volveremos a verlas. ¡Que así sea!