Hoy
es 25 de noviembre y un año más tenemos que dedicar este día a solidarizarnos
con las víctimas de la violencia de género. Porque, desgraciadamente, los casos
siguen ocurriendo. Este año ya se han producido casi 40 víctimas mortales por
esta causa. Cerca de 700 en los últimos diez años. Los datos son absolutamente
inadmisibles; una sola víctima ya resulta intolerable. Y solo estamos refiriéndonos
a víctimas mortales. Podemos sospechar que, con seguridad, los casos de
violencia de género sin que se llegue al asesinato son muchos más. La violencia
contra las mujeres constituye uno de los más vergonzosos atentados contra el
derecho a la vida, a la dignidad y a la integridad física y psíquica de las
víctimas; es, en definitiva, una flagrante violación de sus derechos humanos.
Violencia que no se limita solo a la física; existen otras muchas formas: la
psíquica, que suele pasar más desapercibida; la social y laboral, con la
discriminación del papel de las mujeres en la sociedad y en el trabajo. No
podemos tolerar que esto siga ocurriendo. Es nuestra responsabilidad; nadie
debe mantenerse al margen. Las distintas administraciones, los políticos, la
comunidad escolar y, en definitiva, todos y cada uno de nosotros debemos
concienciarnos de esta lacra social y aportar nuestro compromiso en luchar para
erradicar la violencia machista. Es fundamental la denuncia de cualquier caso
de violencia de género. Sabemos que muchas veces no es fácil: el miedo, la
vergüenza nos paralizan. Pero debemos tener coraje y ser valientes: si
conocemos algún caso de violencia machista y no nos atrevemos a denunciarlo al
016 o a la policía, podemos contárselo a una persona con la que tengamos
confianza, a un familiar…Siempre es mejor que callar o mirar para otro lado. Debemos
reforzar esta conciencia social. Fatalmente, los últimos estudios realizados
sobre este problema vienen a añadir un dato muy preocupante: los casos de
violencia de género están aumentando entre los jóvenes. No lo podemos permitir.
En una relación de pareja, nadie es superior a la otra persona.
(PUEDEN ALTERNARSE EN LA LECTURA)
(CHICA)
Las decisiones las acordamos entre los dos.
(CHICO)
Nadie puede exigir a la otra persona que haga lo que no quiere o no le gusta.
(CHICA)
El amor no es control ni posesión.
(CHICO)
No tengo derecho a entrar en la intimidad de mi pareja si ella no quiere.
(CHICA)
Soy una persona, no un objeto.
(CHICO)
Yo no puedo controlar su vida, ni intentar que cambie su forma de ser. Debo
respetarla tal como es.
(CHICA)
Tengo mi libertad y mis derechos. Tengo que exigir con dignidad que se
respeten.
(CHICO)
Soy una persona. Mi condición de género no me da más derechos. Todas las
personas, sin distinción de sexo, tenemos los mismos y nuestra dignidad nos
obliga a exigir que esto sea así.
(LOS
DOS) ¡NI UN CASO DE VIOLENCIA DE GÉNERO MÁS!