Fotografía cogida de elPlural.com |
No he tenido
el privilegio de conocerte, querida Teresa. Pero tu heroico gesto ha hecho
bueno este trágico y certero dicho, por haber tenido la desgracia de caer entre
hijos de la grandísima puta sin escrúpulos. Ayer lloré la muerte de tu querido
perro. Hoy estoy llorando por adelantado tu partida de este miserable mundo.
Porque -ojalá me equivoque- lo vas a abandonar, seguro. Nadie está a salvo con
esta gentuza que eleva a la categoría de genios a Pepe Gotera y Otilio. Las
abyectas declaraciones que hizo ayer el Consejero de Sanidad, Javier Rodríguez,
y que ha querido suavizar hoy, agravándolas aún más, son una indignidad, no
solo para ti y para la Sanidad española, sino para todo el mundo. Porque,
soslayando el hecho de que tú no tuviste nada que ver con la llegada de los dos
Misioneros a nuestro País, ni con el cúmulo de despropósitos posteriores, la
infame política de recortes del Gobierno de la Presidenta de la Comunidad de
Madrid, Esperanza Aguirre -hoy lideresa del PP de Madrid-, tiene mucho que ver
con lo que a ti, mi llorada Teresa, te ha ocurrido. Esta malnacida se cargó en
el año 2008, mediante una serie de decretos, la Dirección General de Salud
Pública y el Instituto de Salud Pública. Departamentos que tenían bajo su
competencia actividades de vigilancia epidemiológica. Y sin embargo, nadie
habla de ello. ¿Y sabes por qué? Porque a ninguno de estos neronianos políticos
les importa que la Parca este sentada en tu humilde cama contigo. Ellos solo
piensan en cómo salvar su culo.