A
tenor de lo publicado estas últimas semanas, la desaparición del monolito
ubicado en la Plaza San Francisco, justo donde otrora se erguía altanero un gran Olmo, según
cuentan los viejos del lugar, va a ser inminente. Y digo desaparición, no por
error, sino porque en esta ciudad en la que nos ha tocado en suerte vivir,
todas las piedras de sillería que se desmontan manualmente o con máquinas
excavadoras, a pesar de ser numeradas, desaparecen. En vista de ello, y aun a
riesgo de ser tildado de “traidor”, “antinajerino”, “loco”, “imbécil”, “cantamañanas”,
“tarado" o algún calificativo peor, propongo que aprovechemos la
ocasión y dejemos de escenificar también la “aclamación”, que no coronación (el
rey Fernando III fue coronado en Valladolid a mediados o finales de abril del
año 1217. En nuestra ciudad, lo único que ocurrió
fue que, al pasar por aquí
Don Fernando y su madre Berenguela, procedentes de Burgos, el
integrante de alguna
familia nobiliaria que habitaban por entonces en Nájera salió a recibir
al
séquito en el que venían madre e hijo, y entonces se produjo una especie
de de
aclamación popular en la que las familias nobles y la gente del pueblo
llano,
reunidos en el campo de San Julián, gritaron “¡Viva el rey Don
Fernando!” “¡Viva
la reina Berenguela!” “¡Dios guarde al nuevo rey de Castilla y le dé
larga
vida!” O algo así.), y dediquemos la jornada del 1º de Mayo a
manifestarnos en
las calles najerinas contra la reforma laboral, los recortes sociales y
la corrupción, que es a lo que en realidad en esta histórica fecha
estamos llamados. No olvidemos que en
Nájera tenemos ahora mismo 1.200 parados.