La Feria se muere irremisiblemente. El año pasado estuvo a
punto de hacerlo, pero sobrevivió al Viático. Este, empero, ha dado el último
suspiro. Daba lástima oír los comentarios de la gente de los pueblos vecinos. Y es que
no puede dejarse todo al azar y a la improvisación. Hay que hablar -y mucho-
con los expositores. Y hacerlo, además, con tiempo. Hay que conseguir que
vuelvan quienes se fueron, y dotarla de actos paralelos atractivos. Renovarse o
morir, dice el dicho. Y en el caso que nos ocupa es de lo más certero. Ni tan
siquiera la “quedada” de caravanas disimuló el duelo. Si nos nuestros
políticos no hacen algo inmediatamente, la Feria de la Maquinaria pasará a
formar parte del recuerdo.