Nájera ha sido siempre
una ciudad muy dada al chiquiteo. Sus bares y envases se veían inundados de ruidosas
cuadrillas, tanto a medio día como por las tardes, que lo mismo arreglaban
España, que resolvían los avatares de la liga. Pero en los últimos años, por
razones más que obvias, han ido quedando muy poquitas. Tanto es así, que creo
que esta que os cuelgo hoy es la única. Quede, pues, constancia aquí, de una
tradición hermosa, tristemente casi desaparecida.