O lo que mal empieza, mal acaba.
Después de la triste sorpresa (nadie lo sabía) que la sacrílega de la alcaldesa
nos tenía preparada con el recorrido del desentierro (la hostelería debería
tomar buena nota) de la "Venancia": Ir a la hoguera y volver de ella por el
tercer puente, para alegría de pájaros y peces, y de los nubarrones que aparecieron
en el cielo al amanecer, todo hacía presagiar que San Juan iba a ser un
desastre. Y encima, al ser lunes, todos pensábamos que íbamos a estar en familia.
Pero hete aquí que no: Comenzó a salir el sol hasta quedarse un día magnífico;
hubo más gente que nunca dando las Vueltas en el Paseo; los niños las dieron
junto al Quiosco, disfrutando como enanos, y los mayores, por la parte de afuera,
gozándola como locos; reinaba la alegría, y, salvo que tragamos un poco de
polvo porque el Paseo no se había regado, todo fue increíblemente hermoso.
Horas antes, la alcaldesa de Logroño, Cuca Gamarra, o el Presidente del
gobierno, Pedro Sanz (igual me da que los mandara el Ayuntamiento que el
Gobierno), nos mandaron, ¡ojo al dato!, once autobuses de jóvenes a hacer
botellón a las riberas. O sea, a beber de nueve a nueve: Doce horas seguidas. Más
tampoco esto empañó este día tan hermoso. Por si esto fuera poco, el recorrido desde
la estatua de San Fernando hasta la entrada de la Calle Mayor se hizo a una
velocidad vertiginosa. Pero la cosa era demasiado hermosa para que durara. Una
vez en la Calle Mayor, algunos "najerinos" comenzaron a apuntar maneras, y, al
llegar a la Pastelería de Costan, la fiesta se convirtió en una guerra: Sanjuaneros
de toda la vida tuvieron que abandonarla, cabreados y malheridos; los Músicos
aguantaron estoicamente lo inaguantable; los que sabemos de qué van estas cosas
veíamos que la fiesta iba a terminar mal, y los aguerridos "najerinos" seguían a lo
suyo: ¡Cargarse el día de San Juan! Al final, a la entrada a la Plaza de España, los
Músicos dejaron de tocar porque ya no aguantaban más, y en un abrir y cerrar de
ojos, por poco se prepara una batalla campal. No obstante, he de decir, que a
pesar de este desagradable incidente, una vez colocados los Músicos en el
escenario, numerosos najerinos dimos de maravilla las tres últimas Vueltas.
Después, como viene siendo habitual, algunos de nosotros (muchísimos más de los
que yo pensaba), nos fuimos a la zona a seguir con los amigos la juerga. Al
venirnos a casa, a las nueve y cuarto, aproximadamente, nos dimos de bruces
con lo de los últimos años: Jóvenes del botellón pegándose como marranos (más
chicas que chicos, por increible que parezca), la Policía Local y la Guardia Civil desbordadas con tanto
altercado, y, para que no se mataran entre ellos, con la conducción por grupos
(de cincuenta, creo) del resto de los jóvenes a los autobuses, cual si fuera
ganado conducido al redil. Y entre tanto, la fila de coches parados por culpa de
los autobuses que venían a por ellos, llegaba hasta Barpimo. ¡Lamentable final!