O “lección de civismo”, la que les ha dado el
dueño del exconvento de San Francisco a los que desgobiernan nuestro
Ayuntamiento. Teniendo en cuenta lo que estos ínclitos le han hecho durante
diez larguísimos años, por despecho, bien podría haber dicho: ¡Que se jodan!
¡Si hay que tirar algo, que lo tiren ellos! Y sin embargo, en aras de evitar
peligros, decidió pedirles permiso para derribar el mirador que estaba adosado
desde hace muchísimos años a la fachada principal del exconvento (yo lo
recuerdo desde bien pequeño, cuando mi querido y recordado Luis Royo cobraba
allí las contribuciones), para que éstos, a su vez, se lo pidieran a Patrimonio,
y, una vez obtenidos todos los permisos, proceder a demolerlo. Y el resultado
es asombroso (de ahí el título), porque ahora se aprecia de maravilla lo bonito
que habría quedado este edificio convertido en un Hotel, tal y como el dueño
quería, y no en una vergüenza como se encuentra en la actualidad por culpa de
ellos. El exconvento de San Francisco está situado en el centro del pueblo, en
pleno Paseo, y en él quedan restos de dos alas (este y sur) del conjunto
conventual, en una de las cuales se aprecia que el claustro era de arcadas de
medio punto sobre pilastras, en sillería y mampostería, remodeladas para
viviendas. Asimismo, partes del alzado de la iglesia en sillería que permiten
una planta de una nave con capillas, crucero y cabecera ochavada de cinco
paños, ésta con columnas adosadas a pilastras cajeadas. En el lado norte se
conserva el arcosolio de un sepulcro en arco rebajado entre pilastras cajeadas,
lo que conviene con la fecha de 1540, en que parece estaba terminada la iglesia
del convento, fundado por el duque en 1521. Hay que recordar que el edificio
sufrió un incendio hace doce años, y desde entonces ofrece una imagen
deplorable. Imagen que el dueño ha intentado eliminar durante diez años de
desencuentros, felonías, litigios y desprecios.