Lo primero que los peregrinos ven
al bajar la cuesta de Villa Pilar, es esta indecencia ubicada justo al lado de
la obra a medio hacer de la senadora Mendiola. Y ya estoy más que harto de escuchar de boca de nuestros políticos que el bienestar de Nájera es
lo que más les preocupa. Nájera, ahora mismo, es una miserable sentina. Y nadie, recalco, nadie, hace nada por
evitarlo. Es absolutamente intolerable que los najerinos consintamos que
nuestros representantes nos denigren de esta manera. Como no nos pongamos
inmediatamente las pilas, en Nájera sólo vivirán las ratas de alcantarilla.