El río Najerilla en Nájera era un
mar que fluía alegre y pausadamente, o indómito y salvaje por un cauce de más
de 500 metros de anchura -jamás tuvo 46- hasta que algunos de sus ingratos pobladores le robaran
miserablemente todo el terreno para construir edificios, fábricas, discotecas, casas
baratas, escuelas, plazas de abastos, polideportivos, frontones, centros de
salud, plazas de toros, piscinas, residencias, pabellones, restaurantes, casillas
de aperos y hasta paseos marítimos, encajonándolo temerariamente. Tanto es así, que si alguien tuviera el valor de llevar a
cabo el deslinde del río Najerilla ahora mismo, este abarcaría, ¡ojo al dato!, desde la Fuente de la Estacada, hasta las traseras de la Calle Mayor. Con el
cambio climático presente, urge revertir esta anómala y peligrosa situación y darle al río la
mayor anchura posible, abriendo como mínimo cinco de los ocho ojos que tiene el
puente de San Juan de Ortega, para que tenga más capacidad de desagüe. Cuando
un joven najerino, preocupado por semejante situación, comete el terrible
sacrilegio de decir esto en voz alta, los sátrapas analfabetos del Ayuntamiento
de Nájera lo convierten en el acto en el “enemigo público número uno”,
achacándole, interesada y malvadamente, la intrusión llevada a cabo durante
más de cien años, y culpándole, además, de los posibles desbordamientos
futuros, y de las muertes que pudieran producirse en ellos, ¿Se puede ser más miserable?
-Para el "ingeniero" que le escribió la carta al señor Alcalde-.