Salem, que así se llamaba
mi bienamado gato, fue mi fiel compañero durante 19 años. Siempre que me sentía
triste, preocupado, desasosegado, deprimido, él fue mi mejor antidepresivo
estando junto a mí, comiendo, clasificando, cenando y durmiendo. Tanto es así, que
no solo pienso que tenía conocimiento, sino que tenía, además de un gran
corazón, un sexto sentido. ¡Feliz Día de la república, Salem mío, dondequiera
que te halles!