La eliminación de las barreras
arquitectónicas es una de las mejores obras que se han hecho en los últimos
años en nuestra ciudad. La del paso de peatones elevado del Eroski era, sin
duda alguna, la más urgente de eliminar. Con su eliminación se acabaron para
siempre las caídas de señoras con el carro de la compra, y las arduas maniobras
que tenían que hacer las madres de niños pequeños y quienes empujaban sillas de
ruedas. Sin embargo, la solución dada a la del Parque Infantil de Zabaleta, a
pesar de cumplir la legislación -no alcanza los cincuenta centímetros-, a mi me
parece desafortunada. Creo humildemente que donde están las jardineras, para
curarse en salud, el Ayuntamiento debería haber colocado una barandilla.