Con lo horribles que
están casi todos los rincones de nuestra ciudad, para una cosa bonita que
tenemos la quitan. Y no sólo una vez, sino dos. Lo peor de todo es que la
helada de ayer lo dejó sin hojas, y ya no podrán hacerse fotografías quienes nos
visitan. Se trata del Ginkgo biloba que tenemos en la margen izquierda del río
Najerilla, junto al colegio de “las monjas” -en la otra margen tenemos otro
menos frondoso-. Es un árbol muy resistente al que no se le conoce ninguna
enfermedad. Soporta muy bien la contaminación, el fuego, las bajas
temperaturas, la falta de luz e incluso la radioactividad. El 6 de Agosto de
1945 explotó en Hiroshima la primera de las dos bombas atómicas lanzadas en
Japón en la Segunda Guerra Mundial. Un Ginkgo que se encontraba en los jardines
de un templo budista, a 1 km. del lugar de la explosión quedó destrozado. Pero la
primavera siguiente, el viejo Ginkgo brotó de nuevo. Fue el botánico alemán
Engelbert Kaempfer quién, trabajando para
la Orientales compañía de las Indias, descubrió en 1691 ejemplares de Ginkgo
vivos. Los describió en su obra Amoenitatum exoticarium, publicada en 1712. Más
tarde llevó semillas de Ginkgo a Holanda, y en el jardín botánico de Utrecht se
plantó uno de los primeros Ginkgos de Europa, que todavía está allí. Como
podéis ver, es un árbol -o fósil viviente- único en el mundo, y hace 250
millones de años que existe. Por favor, ¡déjennos disfrutar de sus hojas!