Después de diez años desgobernando nuestra moribunda ciudad, ¡oh
prodigio!, Marta Martínez y Diego Rodríguez
descubren el Alcázar y el Castillo. Y tras pisarlo por primera vez en sus
vidas, ya quieren convertirlo en un corral de vacas. Yo tuve la fortuna de
nacer en Nájera hace 58 años, y de criarme en el Castillo y en la Plaza de
España. En el Castillo pasábamos horas infinitamente hermosas cogiendo
cazueletas, jugando a los indios, haciendo canoas con las cortezas de los
pinos, haciendo patinetes por los que nos lanzábamos al porvenir temerariamente
después de llenarlos de agua rompiéndonos los pantalones las más de las veces,
cogiendo grillos llenando con una botella de agua los agujeritos donde
cantaban, tirándonos con plásticos cuando nevaba, asomados al mirador de la segunda
era, entrando y saliendo a la “Cueva de la Virgen” y al “Fuerte”, cazando goloritos…
y cuando fuimos más mayorcitos, haciendo guateques en los viejos depósitos.
(Los juegos de la Plaza de España, además de que ya os los he contado muchas
veces, no vienen a cuento.) Además de todas estas maravillosas aventuras que
vivíamos todos los niños de mi generación, en la segunda era, señoras mayores
hacían punto, bordaban, jugaban a la brisca y al tute, y departían
ruidosamente, mientras llenaban sus pulmones de un aire impoluto. Y todo ello sin tener ni papeleras ni vallados de madera, ni
indicadores, ni farolas, ni bancos, ni ninguna clase de mobiliario urbano: Solo
el tomillo y los pinos eran testigos de nuestro alborozo. Y nunca hubo nada que
lamentar, a pesar de disfrutar como jamás lo volverá a hacer nadie. Es más, tanto en “El hoyo” (hoy ya no existe), como en la primera era, cuando los agricultores
najerinos dejaban paja, nos tirábamos desde arriba sobre ella miles de veces. Y
hecho este larguísimo proemio, prólogo o introito, como vosotros queráis, voy a
lo que me preocupa realmente. Soslayando el hecho de que nunca jamás se han
preocupado de mantener en condiciones esta zona tan importante (aquí mismo he
denunciado el lamentable estado de las escalerillas de acceso al Alcázar
decenas de veces), y de que además de cargarse hace cuatro días la Ermita,
tienen absolutamente abandonadas las excavaciones (en un año no han sido capaces de ponerles un candado a las vallas que las protegían), según se desprende de las
declaraciones hechas por estos ínclitos regidores, lo único que van a hacer es
urbanizar el Castillo y hacernos el corral de vacas que no pudieron hacernos
antes. Y lo hacen, además, apelando al “valor emocional” y a la “creación de
riqueza en la ciudad”, como siempre. Pues bien. Si estos dos ángeles custodios
se alejaran un poquito de los restaurantes y bares, verían que además de seguir
subiendo cantidad de gente, los Amigos de la Historia Najerillense han hecho un
montón de Visitas Guiadas al Castillo, contándoles la verdadera Historia de
nuestra ciudad a cantidad de najerinos y visitantes, a pesar de estar todo
lleno de zarzas, yerbas y cardos gigantes. Y si se hubiesen apuntado a alguna
de ellas, además de aprender algo sobre este histórico enclave, sabrían que el Castillo está protegido, y que
bastaría con mantenerlo limpio de zarzas, yerbas y cardos, para que propios y extraños lo disfrutasen. Así que, visto lo visto sobre su desaprensiva y chulesca forma de
actuar con nuestros restos históricos y nuestras maravillas naturales, desde
que leí que van a intervenir en el Castillo no he dejado de retemblarme.