Hablemos claro. Si el objetivo es mandar a
la oposición a quien ha gobernado del modo más despótico, altanero y caciquil
durante una docena de años, no hay más opción que unirse los siete concejales
de los otros cuatro partidos. Eso, en esta ciudad desindustrializada,
abandonada, hundida, hambrienta e inundada de parados, es, además de legítimo y
democrático, necesario. Y así lo han dicho sus propios votantes. Los que han
roto sus papeletas; los que han votado otras opciones, y los que, en un alarde
de valentía sin precedentes, se han quedado en sus casas sabiendo que pasan
lista. Si Marta consigue el apoyo de un solo concejal, igual me da de qué
Partido, todo seguirá igual: Ella compondrá la Junta de Gobierno Local con los
de su lista, y podrá seguir utilizando la política para beneficiar a los afines
a su partido, y para perseguir, ningunear, castigar y negarles el pan y la sal
a los adversarios políticos. La oposición no tendría ningún mecanismo legal
para impedírselo. ¡Ahora bien! Si el objetivo no es ese, juguemos a ser niños
buenos y democráticos, mientras nos las siguen dando todas en el mismo sitio.