Mientras se suceden las
tragedias en nuestro país por el desbordamiento de los ríos, los gobernantes
najerinos -¡todos!- se empecinan en encajonar el río Najerilla para construir
en sus orillas. En los últimos años, todos los edificios públicos han sido
construidos en “zonas inundables”,
despreciando temerariamente lo que su nombre significa. Quienes nos oponemos a
esta barbaridad, además de recibir toda clase de críticas, insultos y calumnias,
somos para ellos unos tremendistas y catastrofistas. Y se aferran, para ello, a
argumentos tan endebles, que asustan. El único que podría tener algo de
consistencia, es el de “que con el
pantano de Mansilla es imposible que haya una crecida como las de antes”. Mas
tampoco este es válido, porque el reservorio de Mansilla solo regula el 20% de
la cuenca vertiente, ya que los ríos Calamantío, Roñas, Valvanera, Brieva,
Tobía, Cárdenas y otros no vierten en él. Por lo que, en caso de gota fría, más
que una solución sería un problema añadido, porque la CHE se vería obligada a desaguar.
Y esto no lo digo yo porque me dé la real gana; esto está recogido tanto en la
elaboración de “Plan Hidrológico de la cuenca del Ebro”, como en el “Estudio de
Inundaciones Históricas. Mapa de Riesgos Potenciales de la cuenca del Ebro”, de
Diciembre de 1985, realizado por la Comisión Nacional de Protección Civil.
Tanto en el Plan como en el Estudio, el tramo urbano de Nájera se incluye como
de riesgo intermedio -nº 33 de la clasificación-, y pueden verse las citas de
varias avenidas en los años 1909, 1916, 1950, 1959, 1961… Dicho esto, espero y
deseo de todo corazón que no cometan ustedes el error de dejar con solo dos ojos el
Puente de Piedra.