Tal y como anuncié, aquí no aparecieron ni centenares de
autobuses con jóvenes de fuera, ni furgones policiales. El día amaneció
cojonudo: fresquito y nublado, y los almuerzos se llevaron a cabo con alegría y
gran alborozo. Las Vueltas en el Paseo de San Julián fueron una auténtica
delicia: por primera vez participaron de ellas un montón de jóvenes que hasta
ahora pasaban de darlas en el Paseo. En el peregrinar hacia la Plaza de España,
a pesar de que todo hacía presagiar que los sanjuaneros iban a ir como las
amotos para marchar pronto a casa a ducharse, comer y echarse una siesta para
ir a Tafalla, se entretuvieron más que otros años, porque las notas sanjuaneras
habían calado hasta la sangre, y nadie se acordaba del partido. En la Calle
Mayor, salvo un pequeño incidente con el agua arrojada desde los balcones, se
dieron como no se daban hacía mucho tiempo. Y en la Plaza de España -ya se
habían ido centenares de najerinos-, estuvimos bailando y disfrutando hasta
bien pasadas las cinco. Después, hasta la hora del partido, la zona estuvo
animadísima, y los najerinos nos entregamos por completo a la juerga y al
bullicio. Cuando llegamos al Kien a ver el partido, nos encontramos con la
desagradable sorpresa de que no les dejaban retransmitirlo, si no había dinero
por medio. A pesar de todo, nos quedamos allí, y a través de los móviles, vimos
cómo perdíamos el partido, quedándonos un poco deprimidos. Pero como San Juan
es mágico, enseguida nos repusimos, y seguimos la juerga hasta la llegada de
los jugadores del Náxara, que tuvieron en la Plaza de España un recibimiento apoteósico.
-No quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido de haber ganado el partido.-
Después de hechas las presentaciones y dadas las gracias a técnicos,
directivos, hinchas y jugadores, hubo una especie de verbena, que hizo que
cayeran unas gotas de gratificante lluvia, para que pudiéramos dormir
fresquitos, y terminar así de primera, este San Juan que fue una auténtica
maravilla, a pesar de presentarse catastrófico. ¡A por Sanjuanito!