El
desprendimiento de rocas de la falda de Malpica ocurrido en la noche del sábado,
vuelve a poner de manifiesto que este es un problema muy serio, y
que no se hicieron bien las cosas. Hace muy pocas semanas escribí aquí mismo un
artículo titulado “¿Quién le pone el cascabel al gato?”, en el que, entre otras
cosas, decía: “Que en lugar de enzarzarse en polémicas estériles sobre quién ha
de pagar los daños materiales producidos por los desprendimientos de rocas, lo
que hay que hacer con urgencia es llevar a cabo el Estudio, Informe, Plan de
Seguridad, o como quiera que se llame, que elaboraron los Técnicos del Ejército
de Tierra, cuando vinieron a nuestra ciudad como consecuencia del
desprendimiento de cientos de toneladas de rocas sobre el Mesón “La Judería”,
que obligaba al Ayuntamiento de Nájera a la construcción de un muro de contención;
la colocación de una malla para contener desprendimientos pequeños; la
denegación de licencias de nuevas construcciones, y la creación de una franja o
pasillo de seguridad de no sé ahora mismo cuántos metros”. Y nada de esto se hizo.
Simplemente se le inyectó a presión una especie de cemento o pegamento a la
zona de “Peñaescalera”, sin poner previamente anclajes y mallazo sobre el
macizo. Que se
desprendan rocas en otras zonas no tratadas, es grave, pero que se desprendan
aquí lo es mucho más. No hace ni tres semanas que se desprendió otra en la
misma zona que, afortunadamente, fue a parar a un corral. Pero ayer cayeron
sobre la carretera, y eso puede causar una tragedia. Y aunque nuestros
gobernantes no se lo crean, más pronto que tarde, todos los najerinos lo vamos
a lamentar. Aquí tienen, pues, una buena oportunidad, tanto la Alcaldesa, Marta
Martínez, como la Senadora Francisca Mendiola, para demostrar ese Amor que
dicen profesar por Nájera, urgiendo a Bruselas (mandan en Nájera, en La Rioja,
en España y en Europa) a acabar de una vez por todas con este gravísimo
problema. Porque no han de olvidar (si es que lo saben), que Malpica es un
monte que está en continuo movimiento, y siempre se van a desprender de él
rocas. ¡A ver cuánto aman a Nájera!