Así nos quedamos los
najerinos la noche de tu entierro, Venancia. Todos esperábamos con ilusión la
noche más hermosa y emotiva de estas benditas fiestas, para enterrarte con
todos los honores, dando las últimas Vueltas del año. Pero la ilusión se trocó
en perplejidad, primero, y después en enfado. Con todos los respetos a la
charanga que se encargó de amenizar tu traslado -ellos nada tienen que ver con
este fiasco-, he de decirte que ni tú ni los najerinos no nos merecemos
semejante trato. Esta es una noche muy especial para nosotros -sobre todo para
mí- desde que mi bienamado padre te concibió hace cuarenta y siete años. Y
nadie puede convertir en chabacano, algo tan sagrado. Para bailar “pincho/,
pincho/, pincho de tortilla/, pincho/, pincho/, pincho de jamón”/. O “tírate de
la moto/, de la moto tírate”…/ ya están las quintadas, las despedidas, las
bodegas y los chamizos. Jamás podrá compararse esto con las notas de cuarenta o
cincuenta grandes Músicos que llevan en las venas el riquísimo folclore
sanjuanero. Los najerinos -si alguien duda de mí que pregunte por ahí- fueron
abandonando paulatinamente la Plaza de España visiblemente enfadados, porque,
además de quedarse anonadados, se sintieron estafados. Y así fue, Venancia,
como convirtieron en una auténtica pesadilla, la noche más hermosa del año.