Cuando todo parecía indicar que
en la Junta Directiva del PP iban a volar los cuchillos por las divisiones
internas del partido, resulta que los 400 ladrones allí reunidos, no solo no
plantearon preguntas, ni criticaron la caótica situación por la que atraviesan,
ni pidieron responsabilidades políticas, sino que aplaudieron a rabiar a Alíbaba
-léase Rajoy-, por temor a quedarse sin puestos, sueldos y sobresueldos… ¡Qué
vergüenza!