Raúl Latorre, en su
mejor versión, consiguió llenar la terraza del Kien, a pesar de tenerlo todo en
contra: Hubo otros actos, hacía fresco y todos los que vienen a nuestra ciudad
a veranear se han ido ya. Lejos de arrugarse ante la adversidad, Raúl, con un
repertorio inigualable, se vino arriba, e hizo que todo el que pasaba por la
hermosa ribera del Najerilla se quedara a oírlo cantar. Al final, con su buen
hacer, consiguió meterse al público en el bolsillo, y la volvió a liar.
Desconozco cuánto cobra este buen hombre por actuación, pero sé a ciencia
cierta, que cualquiera que lo contrate para una fiesta, boda o celebración,
tiene asegurada la diversión. Gracias, Raúl, por esta alegre velada, y que
tengas mucha suerte en esta difícil, pero hermosa, profesión.