En esta desgraciada
ciudad, romperse la crisma o destrozar el coche por las desastrosas calles que
tenemos es algo habitual. Demasiado habitual, diría yo. Y sin embargo, cuando
algunos de los centenares de infortunados acuden al Ayuntamiento a denunciarlo -una
inmensa minoría-, nuestros gobernantes siempre hacen lo mismo: ¡mandarlos a
hacer puñetas! He dicho muchas veces aquí, que si alguien se cae en alguna de
nuestras desastrosas calles, y no pierde el sentido, tiene que fotografiarse -o
mandar que lo fotografíen-, llamar a la Policía Local, acudir al Centro de
Salud, y, sólo después de haber hecho todo eso, acudir a denunciarlo al
Ayuntamiento. Y aun así, no las tendrá todas consigo. Ejemplos sobran. El más
reciente, que yo sepa, ocurrió el pasado 29 de Noviembre, cuando un najerino
rompió el coche en el paso elevado de la carretera del Paseo de San Julián, a
la altura del colegio San Fernando, en un socavón cubierto de agua. Hizo fotos,
llamó a la Policía Local, acudió al Ayuntamiento, y aun así, lo mandaron a
hacer puñetas. Siempre lo mismo.