Tal y como anuncié, la
Feria de San Miguel, otrora famosa en toda España, ha muerto. Y lo ha hecho
después de 33 años -la edad de Cristo- de su reanudación. Pero no pasa nada.
Siempre nos quedará la caldereta. En Nájera nos pueden quitar todo lo que
quieran; pero que no nos toquen el poder reunirnos a zampar alrededor de una
mesa. Y nuestros conspicuos gobernantes, aunque hayan finiquitado la Feria, nos
obsequiarán con algún acto de trashumancia y el concurso de calderetas.