Sin terminar de arreglar una cosa, se estropean ochenta. Abrimos al
tráfico la carretera de Peñaescalera, después de estar meses cerrada por
desprendimientos de rocas, y cortamos un trozo de acera del Arrabal de la
Estrella, obligando a los viandantes a bajarse a la carretera, porque se les puede
caer un alero en la cabeza. ¡Tiene narices la cosa!