La noche
del pasado viernes no había ni una sola estrella en el cielo encapotado
najerino. Y sin embargo, sí las hubo en la ribera. Gracias a un arduo trabajo
de mi buen Amigo Javier Manzanares -ha estado mes y medio preparándolo-, Esther
Sanz y Cristina Tomé dieron un concierto de altura en la terraza del Kien,
acompañadas al piano por el Maestro Elías Maestresala. Todo fue perfecto: La
puesta en escena, las canciones, el acompañamiento, la luz y el sonido de AGT, el
incomparable escenario de la ribera del río Najerilla, la temperatura y la
asistencia masiva de público. Pero en esta puñetera vida todo lo hermoso es
efímero. Y será muy difícil que podamos volver a ver actuar a estos artistas en
Nájera cuando vean cumplidos sus sueños. Manolo no tendrá dinero suficiente
para contratarlos: Serán estrellas que se fueron del cielo najerino una noche
de verano, para brillar con luz propia por el mundo de los suntuosos escenarios.
Gracias, pues, a todos ellos, por hacernos este valioso regalo.