Tal y como le comunicó en su día al
corresponsal de La Rioja el concejal de Parques y Jardines, Juan Ignacio del
Rey, la fuente de La Estacada ha quedado como cuando éramos jóvenes: Los bancos
de cemento expeditos, el riachuelo canalizado, la chopera limpia y la fuente
restaurada, aunque sin agua, por estar envenenados todos los acuíferos. Es una
maravilla acercarse a tan cautivador rincón, y recordar embelesado las
meriendas que hacíamos allí siendo niños, los escarceos amorosos que llevamos a
cabo con nuestras amigas cuando fuimos jóvenes, y la entrañable imagen de
nuestros abuelos acudiendo allí a llenar la botella de su agua medicinal,
deteniéndose de cuando en cuando, por imperativo de la edad. Afloran también
los maravillosos recuerdos de los cangrejos, de los cucos, de las culebras, de
las “baretas”, para cazar goloritos, de los grillos, del amoroso canto del
ruiseñor y de la mezcolanza de olores de angelitos, berros, margaritas, aneas,
rosas y lirios. Gracias, Juan Ignacio del Rey, por devolvernos de nuevo a la
bendita edad en la que la vida era un sempiterno sueño.