En Nájera no descansamos. Pasees por donde pasees te das de bruces con algo asqueroso, lamentable, destrozado o nauseabundo, como el caso que nos ocupa hoy. En la explanada del Paseo de San Julián -esa que tantas veces quisimos repoblar y nunca pudimos-, existen unos contenedores de basura que no sé con qué fin los pusieron, pero sí sé, empero, para que son utilizados. Los vándalos los destrozan nada más cambiarlos, y algunos desalmados los utilizan como vertederos incontrolados. En esta ocasión, no sé si han depositado en ellos algún animal muerto, pero hay un reguero que desprende un olor tan nauseabundo, que más que de basura parece líquido de licuefacción de algún cadáver en descomposición. Sea como fuere, lo cierto es que no se puede pasear por allí, sin vomitar el desayuno.
1 comentario:
Las pequeñas cosas se agradecen más que las grandes obras.
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