miércoles, 31 de octubre de 2018

Nájera.

 
Esta farola del Paseo de San Julián es el fiel reflejo de cómo se encuentra actualmente nuestra ciudad.

lunes, 29 de octubre de 2018

Éxito del Décimo Festival del Pimiento Riojano

A pesar de las bajas temperaturas y de la amenaza de lluvia, el “Décimo Festival del Pimiento Riojano” fue un rotundo éxito. La Plaza de España estuvo a rebosar de gente ávida de ver cómo se asan y pelan los sabrosos pimientos, y de degustarlos, después, con huevos fritos. La jornada estuvo amenizada por la Escuela de Jotas de La Rioja, y las Ampas repartieron más de mil raciones de huevos con pimientos. Además de esto, los niños disfrutaron con el taller del “Cole de María”, y, quienes lo desearon, pudieron saborear palomitas hechas delante del público. Por su parte, los participantes en la Cuarta Marcha “Camino Real” fueron recibidos por miembros de la Brigada de Obras en el Ayuntamiento, donde les dieron, para reponer fuerzas, preñaos, mosto y vino. Con anterioridad a esto, los “Chiguitos de Marcelino” amenizaron nuestras calles la noche del viernes, mientras cantidad de najerinos y forasteros disfrutaban por los bares del casco antiguo, saboreando los pinchos relacionados con los sabrosos pimientos. ¡Ya falta menos para el próximo!


viernes, 26 de octubre de 2018

Décimo Festival del Pimiento Riojano.


 
El décimo festival del pimiento riojano se celebrará los días 27 y 28 de Octubre, con un programa de actividades que se desarrollarán en la plaza de España, con el objetivo de ensalzar las cualidades del pimiento najerano y de Santo Domingo y darlo a conocer. Los actos comenzarán a partir de las 20’00 horas del sábado, con una degustación de panceta con pimiento riojano, que contará con la actuación de El mago Antxón, quien recorrerá las calles del casco antiguo hasta las 23’00 horas. Habrá, también, un pasacalles musical con los “Los Chiguitos de Marcelino”. El acto central será el domingo, a partir de las 12’00 horas en la citada plaza, donde se llevará a cabo una exhibición de asado y pelado tradicional de pimiento riojano, seguida de una degustación del mismo producto con huevo frito, en la que colaborarán las Ampas de los colegios najerinos. Ambas actividades estarán amenizadas por la Escuela de Jotas de La Rioja, y además, habrá talleres infantiles, un show cooking a cargo de Miguel Martínez Losa, y se sortearán vales de degustación entre los participantes. Por la tarde, desde las 19’30 horas, habrá un concierto de los grupos Dexpist2 y Fanáticos. Durante los días 19, 20, 21, 26, 27 y 28 de Octubre, los establecimientos hosteleros ofrecerán menús y pinchos elaborados con pimiento riojano.


miércoles, 24 de octubre de 2018

Recuerdos de infancia.


San Crispín.
El 25 de Octubre, como mandaba la tradición, los najerinos celebrábamos cada año la festividad de San Crispín, patrón de los zapateros, y todos los niños andábamos como locos recorriéndonos las calles de la ciudad intentando mangar leña para hacer una gran fogata al atardecer en la que asar, una vez extinguidas sus terribles llamaradas, las patatas -robadas también- y zampárnoslas para cenar. El peregrinaje era interminable y agotador, porque casi todos los mayores honraban también al patrón comiendo patatas asadas, y la leña, a pesar de ser Nájera una ciudad repleta de carpinterías y serrerías, escaseaba, sobre todo la descuidada, la que podíamos mangar sin dificultad. Lo de las patatas era diferente: cuatro de acá, cuatro de allá y cuatro de acullá, enseguida nos hacíamos con un montón de ellas para comer hasta reventar. Como las fogatas, lumbres u hogueras, como a ustedes les guste más, se hacían en cualquier lugar -en aquellos años, además de haber muchos descampados en nuestra ciudad, las calles y plazas eran casi todas de tierra y cascajo apisonado-, al atardecer, la ciudad entera ardía como la Roma que Nerón mandó quemar. Cuando se había quemado la leña, esparcíamos la montaña de ascuas con unos palos largos, dejando una buena capa de ellas sobre el suelo, y poníamos en el centro las patatas, tapándolas a continuación bien tapaditas con las ascuas que habíamos esparcido, para que se asaran por todas las partes por igual. A la hora de comérnoslas, por aquello de que entonces sólo había de tramo en tramo de cada calle y cada plaza una humilde bombilla, colgada del centro de un alambre torpemente cruzado de fachada a fachada -esto si no estabas en un descampado-, y no se veía ni a jurar, las más de las veces nos las comíamos totalmente abrasadas, llevándonos a la boca más carbón que patata; pero eso nos daba igual, la cuestión era vivir la aventura de la hoguera, las patatas y la sal -siempre había algún artista que presumía de saber hacer lumbre y después de intentarlo cuarenta veces, lo teníamos que despachar-, y el estar un montón de niños de noche ciega cenando y charlando en hermandad. Y lo que son las cosas, queridos lectores, por más que nuestros padres siempre nos decían que si andábamos con fuego nos mearíamos en la cama, ninguno de nosotros amanecía mojado a la mañana siguiente de San Crispín. Baste decir, para finalizar, que además de las cantidades ingentes de fogatas que diseminadas había por toda la ciudad, en casi todas las casas, bien fuera en el horno o en la chapa de la cocina, nuestras madres y abuelas, para honrar a San Crispín, asaban también patatas para cenar.

martes, 23 de octubre de 2018

Mujer, precariado y toxicidad.


El próximo jueves, 25 de Octubre, a las 19:30 h. en el Café Bretón, Bretón de los Herreros 34 -Logroño- charla-coloquio “Mujer, precariado y toxicidad“, a cargo de Koldo Hernández de Ecologistas en Acción. Modera: José Manuel Santiago, Coportavoz de Equo-Verdes de La Rioja.

sábado, 20 de octubre de 2018

Vergüenza ajena.

 
Una vez finalizado el programa “Culto y Cultura” organizado por el Patronato del Monasterio de Santa María La Real, se me antoja apuntar dos cosas: Una, que no todo vale en el Claustro de los Caballeros. Y otra, que cambien de sillas, porque muchas de las que hay causan vergüenza ajena. ¡Y que aún haya algún indecente que se alegre de que el escenario y las sillas estén en el Claustro, para que los recién casados no puedan hacerse en él las fotos de la boda!

miércoles, 17 de octubre de 2018

lunes, 15 de octubre de 2018

Recuerdos de infancia.


Salto de pértiga.
Cuando el jardinero del Ayuntamiento, Ángel Mínguez, comenzaba en otoño a podar los plátanos del Paseo, le mangábamos las ramas más resistentes y comenzábamos a jugar con ellas al salto de la pértiga -el más apasionante de los juegos-, que consistía principalmente en saltarnos a lo ancho los riachuelos. Este juego era practicado casi siempre en época de escuela, durante el recreo, y éramos muchos los que, por habérsenos clavado la pértiga en el suelo -había mucho fango-, por haberla colocado sobre una piedra resbaladiza, por haberla agarrado de muy arriba o por cualquier otra circunstancia -a veces se rompían- hacíamos la cuca -caernos al río-, teniéndonos que quedar sin entrar a clase cuando acababa el recreo, a secarnos la ropa y los zapatos en improvisadas lumbres, lejos de la vista de chivatos y maestros. Y allí estábamos nosotros, los más intrépidos -o los más tontos, según se mire-, medio en pelotas, con un frío que pelaba, dándole vuelta a la ropa para que se secara sin quemarse, y vigilando de soslayo que no ardieran los palos clavados en el suelo, en los que habíamos colgado los zapatos, pegaditos al fuego, para que antes de que diera la hora de comer lo tuviéramos todo seco. Huelga decir que todo ese esfuerzo, fruto del temor a que te castigaran, no nos servía de nada, porque sin terminar de entrar en casa, nuestras madres percibían el peculiar olor a lumbre que se había adherido a nuestras prendas, y tenías que confesar tu hazaña -bastante manipulada, por cierto-, obviando la minipicia para que no te cascaran. Lo único que conseguíamos era que no nos durasen absolutamente nada los zapatos -mojarlos y secarlos los destrozaba-, ocasionando con ello un gasto innecesario, que dañaba, aún más, la frágil economía doméstica. Además de saltar los riachuelos -para nosotros auténticos mares-, hacíamos también campeonatos de salto de longitud y de altura. Para estos últimos, atábamos una cuerda de chopo a chopo -los teníamos a millares- e íbamos subiéndola a medida que saltábamos todos sobre ella, hasta que, al alcanzar una altura considerable, los pringaos de siempre teníamos que conformarnos con ver, mientras saltaban por los aires, a los chulitos regodearse. Es menester decir, porque así lo requiere el caso, que las pértigas eran para nosotros uno de los objetos más preciados de cuantos pudieran existir en aquella época. Por ellas éramos capaces de darnos de hostias a diario si alguien osaba cogérnoslas -las dejábamos escondiditas debajo de las hojas-, aunque solo fuera por un rato. Tal era para nosotros, amigos lectores, la grandeza de un humilde y triste palo.

viernes, 12 de octubre de 2018

Lotería Amiga.


Como en años anteriores, la Asociación Amigos de la Historia Najerillense nos ofrece participaciones de lotería de Navidad. Para ello, han preparado tarjetas con una fotografía antigua de la Plaza de Navarra y Calle del Horno.  Su coste son 5 euros, participando con 4 euros en el sorteo cada una de ellas en el número 49.534. Los que estáis cerca, podéis adquirirlas en la Cervecería Kien, en el Café Pepe, en la Librería María Teresa, en la Droguería Hernáez, y en la Mercería Sais. Para los que residís fuera, se pueden adquirir con el siguiente procedimiento: Hay que hacer un ingreso en la cuenta a nombre de Amigos de la Historia Najerillense en el Banco Santander número ES28 0030 8030 36 0865032273 por el importe que se desee. (Múltiplo de 5 euros). También se puede hacer por transferencia. En el  Banco,  en efectivo, hay que facilitar el nombre completo y el nº  de DNI para que pongan al interesado como ingresante. Y en observaciones, hay que poner: lotería de navidad. Atención: Si se hace el ingreso en efectivo en el Banco, la operación está exenta de gastos. Una vez que en la Asociación vemos el ingreso en la cuenta, mandaremos escaneadas por correo electrónico las participaciones que correspondan, que junto con el resguardo de ingreso del Banco se acredita la propiedad sobre las mismas. De todos vosotros tenemos vuestra dirección de correo electrónico, si alguien adquiere lotería y no tenemos su dirección registrada nos la debe enviar junto con su nombre y apellidos a: asociacion@amigosdelahistorianajerillense.com Lo hacen así para no tener que mandar por correo certificado las participaciones, ya que les supondría la carta más gasto que el beneficio que obtienen en cada tarjeta. Fecha tope para adquirir participaciones a distancia: 5-11-2018 -sujeto a disponibilidad- Una vez celebrado el sorteo: -Si no tocase, mandarían por correo ordinario  las participaciones, la carta es mucho más barata. -Si resultara premiado el número, bien valdría un viaje a Nájera a cobrar el premio. Los Amigos nos dan las gracias por participar y por colaborar con la economía de la Asociación. Y nos desean, sobre todo salud, y un poco de suerte.

martes, 9 de octubre de 2018

Desasosiego.


Esto es lo que siento en el octavo aniversario de este blog. Lo que está ocurriendo ahora mismo es gravísimo. Y no por el lamentable estado en el que se encuentra nuestro pueblo. Sino por el tratamiento que los gobernantes están dándoles a ciudadanos indefensos. Nunca jamás había alcanzado cuotas tan altas de abyección nuestro Ayuntamiento. Los najerinos son maltratados, injuriados, humillados, calumniados, zaheridos, ignorados, amenazados… La transparencia y los buenos modos han sido barridos de un soplo. Y en su lugar, la soberbia y el despotismo se han instalado como dueños en la que debería ser “la casa del pueblo”. Y lo más preocupante de todo no es que los ciudadanos tengan miedo -siempre lo han tenido-, sino que sientan, como sienten, odio. Que tres gobernantes -uno de ellos reprobado- hayan creado en nuestra ciudad odio, es algo que debería causarnos desasosiego a todos.

domingo, 7 de octubre de 2018

Pobladores de nuestras calles.


En mi infancia era frecuentísimo encontrarte por la calle a lecheras, panaderos, repartidores de bebidas y paquetería, vendedores de cisco, al azafranero… Los más madrugadores eran los panaderos que, portando cantidad de barras de pan en un carro pequeño con un gran cajón de madera, iban repartiéndolo bien de mañanita por casas, bares y comercios. Y aunque había varios, yo recuerdo especialmente a Juan Cruz Ojeda, “Carriola”, del que llegué a ser buen amigo, que todos los años por carnaval, no sé por qué razón, me obsequiaba con un bollito de pan con chorizo dentro. Después eran mi querido y añorado Amigo José Ramón Bernal y Rufino, “el campiñarri”, los que iban repartiendo por los bares de la ciudad, el primero con una rudimentaria carretilla de madera con una rueda de hierro, las barras de hielo que hacían en la fábrica de gaseosas del señor Eusebio, y el segundo, las cajas de cervezas y refrescos que su jefe, Ignacio, le cargaba en un carro pequeño. A cualquier hora de la mañana o de la tarde, podías tropezarte con los señores Alfonso y Valentín, repartiendo en pequeños carros, también, la paquetería que los autobuses de Angulo y Guinea, principalmente, habían dejado amontonados en la balaustrada del puente de piedra, frente al Bar Royalty, que era donde tenían la parada, por tiendas y comercios. Las lecheras solían repartir por la tarde, portando la leche en un pequeño carrito de ruedas de goma, en el que llevaban, además de las candajas -cuatro creo que eran-, toda clase de medidas, con aquellos cazos tan curiosos. Iban de portal en portal, avisando a viva voz a sus clientas, y, por lo común, apuntaban en una libreta la cantidad que le habían depositado en el cueceleches a cada una de ellas, porque compraban al debo. En otoño, eran los vendedores de cisco los que transitaban nuestras calles, llevando del ramal a una mula cargada con cuatro sacos de cisco, que intentaban venderles a buen precio a nuestras madres, para calentar el brasero en invierno. Estos personajes nos llamaban muchísimo la atención, porque iban siempre totalmente negros. También en otoño caminaban por nuestras calles, sobre todo donde había bodegas o envases, los vinateros, con aquellos pellejos de vino que a nosotros se nos antojaban cerdos, apoyados en una hombrera de cuero, superpuesta en una camisa azul, que, al parecer, era el uniforme de los de ese gremio. Y en cualquier época del año, podía aparecer el azafranero, un hombre alto y fuerte, con un traje de pana marrón, que portaba en sus grandes manos una cajita pequeña de hojalata, atada con una tira de cuero que le servía de asa, donde llevaba los hilitos de azafrán y una minúscula báscula con sus diminutas pesas, para pesar, si es que vendía, el azafrán, un producto prohibitivo para todos nosotros, porque era más caro que el mismísimo oro. A afiladores llegados de Galicia a afilarles a nuestras madres cuchillos y tijeras, y a las pescateras y carniceros los cuchillos y machetas de cortar pescados y chuletas. Al ajero, aquel señor que portaba en sus hombros las ristras de ajos. Al difunto Pedro Nájera y su hijo Santos, que recorrían nuestras calles vendiendo pan y refrescos, en una curiosa bicicleta de tres ruedas, que portaba en la parte delantera un gran cajón con una barra de hierro que hacía de manillar. Y, finalmente, quiero añadir, también, al padre de mi cara Amiga Sara, repartiendo el pan de la Panadería Ochoa por los pueblos, con un motocarro pequeño.