sábado, 31 de diciembre de 2022

Que 2023 sea el año de la Divina Redención.

Con todo lo que digan tertulianos y escribidores, 2022 no ha sido un buen año. Nuestros presagios de redención después del terrible virus que padecimos -y seguimos padeciendo- fracasaron estrepitosamente. No hemos aprendido nada. Somos más egoístas y malvados de lo que éramos antes del Covid-19. Cada cual va por su sitio, y en nuestra sociedad impera la ley del más fuerte. Cierto es que algunas cosas han mejorado; pero en nuestro país siguen ocurriendo sucesos horribles a diario, mientras la gran mayoría de nosotros miramos hacia otro lado. Es terrible que cada día se suiciden doce personas, en su mayoría jóvenes, por los problemas mentales derivados del Covid-19. Como lo es la cantidad de violaciones grupales y asesinatos machistas que estamos sufriendo últimamente. O el alarmante desmantelamiento de la Sanidad Pública. O los traumáticos e injustos desahucios, principalmente los de los bancos malos. O el hurto de los derechos más elementales de los ciudadanos… No. 2022 no ha sido un buen año. Pero yo sigo creyendo en los seres humanos, y no pierdo la esperanza de que algún día encontremos la luz que ilumine las cegadoras tinieblas en las que ahora mismo nos encontramos. Por eso, me gustaría sobremanera que el 2023, que está esperándonos a la vuelta de la esquina, sea el año de la Divina Redención. ¡Así sea, Hermanos!