lunes, 17 de mayo de 2021

Así nunca volverán las oscuras golondrinas a nuestra ciudad.

Las golondrinas son aves migratorias que, a pesar de que su peso oscila entre los 14 y los 18 gramos, recorren miles de kilómetros cada año entre sus zonas de invernada en África y sus zonas de cría en Europa. Hace unos días me encontré en el suelo estas dos muertas, y me extrañó muchísimo, porque lo -tristemente- normal es encontrar crías muertas con los restos de barro de sus nidos esparcidos por el suelo. Las observé atentamente, y no encontré en ellas heridas de perdigón ni de ningún otro objeto contundente, por lo que deduje que quizás murieran envenenadas. Pero, ¿cómo?, ¿con qué?, me pregunté, y no hallé -ni hallo- respuesta. Soslayando, por sabido, que una sola golondrina puede llegar a consumir cerca de 850 insectos al día, quiero aprovechar esta ocasión para avisar a los que se sientan tentados a destruir los nidos de estas hermosas, emblemáticas y necesarias aves insectívoras, que a finales del año pasado, la Guardia Civil hizo público que “todas las especies de golondrinas, aviones y vencejos están amparadas por las leyes europeas y estatales de protección de la biodiversidad. De hecho, la legislación al respecto prohíbe expresamente que se cause cualquier tipo de daño a sus nidos. Las multas pueden ser de hasta doscientos mil euros”. Avisados quedan los destructores de estos costosos y artesanales nidos.