sábado, 11 de septiembre de 2021

Hasta siempre, Amigo Rober.

 

Amigo Rober. Aunque por circunstancias de esta caprichosa y puñetera vida llevábamos muchos años sin hablarnos, cuando me han comunicado hace poco que el fallecido en el accidente de esta tarde habías sido tú, he recibido un tremendo mazazo. Y es que siempre has estado conmigo en el santuario de mis benditos recuerdos de infancia y juventud. Te recuerdo en la tienda de tus padres, en el bajo de la casa donde vivíais, en la calle San Fernando; en el Chule Chimi, donde pasábamos horas escuchando discos en la sinfonola y jugando a los habilines; en el chamizo del huerto, heredado de tu hermano Carmelo, “Piegot”, donde todos los domingos y festivos de invierno nos turnábamos durante horas para bailar con las chicas que llevábamos; merendando con tu tío Teo, el de Francia; cruzando el puente sobre el muelo que conducía al matadero, con el Gordini con el que te paseabas día y noche en verano, y al que te echaba 25 ó 50 pesetas de gasolina en mi gasolinera, dependiendo de cómo andaras de dinero… Son tantos y tan hermosos los recuerdos que tengo de ti, que aunque no nos hayamos hablado en los últimos años, siempre has estado a mi lado. ¡Ojalá exista el Cielo, Amigo mío, y ahora mismo estés en Él disfrutando del Eterno Descanso!

Nos vamos de vinos.