sábado, 19 de febrero de 2011

De ecologistas, cantamañanas y plumíferos.

   Desde que los cantamañanas dieron en querer convertirse en plumíferos, ninguna persona que trabaje altruistamente en Asociaciones, Humanitarias, Culturales o Ecologistas, está a salvo de ellos. Aquí, en nuestra ciudad, tenemos la desgracia de contar, desde hace algún tiempo, con un personajillo de éstos, que además de tener la osadía de insultar a personas que no conoce de nada, lo hace sin ningún argumento. Hace unos años, por consideración a sus consuegros, no quise contestarle cuando con toda la desvergüenza del mundo, después de ponernos como hoja de perejil, nos dijo que lo que teníamos que hacer los ecologistas, era ir a segar, cosechar, vendimiar y no sé cuántas cosas más, gratis. O sea, por todo el morro. La contestación que eso merece, es tan rotunda y sonora, que hubiera acabado en juicio, o en algo más gordo. Después de esto, anduvo queriendo y no queriendo: “la puntita nada más, don Juan, que soy doncella”, sin atreverse a meterla toda ella. Pero hete aquí que sí, que su osadía ha llegado a tal punto, que después de cascarse una auténtica deyección mental sobre el “visón europeo”, y no sé qué ruedas de prensa, se ha permitido la licencia de sentenciar que “el río y sus riberas eran un vergel en los años 40 y 50 (como si los que hemos nacido y vivido siempre aquí no lo supiéramos), y que se empezó a descomponer a raíz de los vertidos de las granjas. Y que entonces sí que hubiera sido digno de elogio que los ahora protectores de la naturaleza se hubieran encadenado en las granjas para evitar los vertidos.” ¡Así, con un par!  Y eso que asevera haberse informado. Pues bien, para no aburrir al personal (en breve aparecerá un libro sobre los treinta años de ecologismo en Nájera), solamente le diré que cuando nos jugábamos el trabajo (¡y la vida!), denunciando a las industrias y a las granjas; haciendo exposiciones topográficas, plagadas de fotografías sobre dónde estaban ubicadas; cuáles de ellas eran legales e ilegales; dónde vertían y a quiénes pertenecían, quien tendría que haber estado aquí es él, para que no dijera tantas barbaridades. ¿O es que se piensa el cantamañanas este, que el gravísimo problema del río Najerilla se solucionó solo? ¡Cuánto mejor haría en seguir contándoles a los najerinos cuántos vinos se bebe, cuántos cigarros se fuma, cuántos paseos se da, cuántos bares visita, y cuántos viajes hace, en lugar de meterse con nosotros!

Reforestación de Fuente Dulce.

                                            ¡Quizá debí colgar esta!

Reforestación de Fuente Dulce.

   Confieso que estaba equivocado. Jamás pensé que nuestra ínclita alcaldesa podría cumplir aquello de “en menos espacio más árboles”.  Pero esta mañana he visto que sí, que ello es posible. Y no solo es posible, sino que los árboles que ha plantado son tan grandes como los álamos blancos. Rectificar es de sabios. Por consiguiente, pido perdón, por ser tan mal pensado.