viernes, 23 de octubre de 2020

El señor Alcalde rompe una lanza.

El señor Alcalde de Nájera, Jonás Olarte Fernández, rompe una lanza en favor de los representantes sanitarios de la Zona de Salud de Nájera, y asegura que “a pesar de lo que se puede hacer llegar en esos comentarios -los de la redes sociales- diciendo que parece que estos trabajadores no están haciendo sus labores cotidianamente, porque ha cambiado el sistema de atención presencial, no es así, el problema es que si nosotros no cuidamos a los que nos cuidan, esto se va al garete”. Parece ser que el señor Alcalde está tan ocupado leyendo lo que ponen las redes sociales, que no tiene tiempo ni de leer los diarios, ni de ver los telediarios. Solo así se explica que desconozca que lo que los españoles queremos -el personal sanitario el primero- es que el Gobierno central contrate de una santísima vez personal sanitario para que supla a los que han muerto luchando contra el coronavirus, y refuercen a los más de 60.000 infectados. España, señor Alcalde, tiene más sanitarios infectados que entre Francia e Italia juntos. Y usted, militante del Partido Socialista, además de Alcalde, tiene el deber moral de luchar por acabar con esto, en vez de dedicarse a decirnos cómo nos tenemos que comportar los pacientes. Nosotros sí que sabemos que nuestros médicos tienen el doble, el triple o el cuádruple número de pacientes de los debidos. Al igual que sabemos que, por falta de personal sanitario, se han suspendido o aplazado indeterminadamente pruebas y operaciones importantísimas para poder seguir viviendo. Así que, póngase usted las pilas, y comience a pedirles a sus compañeros socialistas del Gobierno regional y central, a esos que tan ácidamente criticaron -al igual que usted- el desmantelamiento de la Sanidad Pública, cuando el Partido Popular estaba en el Gobierno, que acaben de una santísima vez con esta vergüenza mundial. De lo demás, ya nos ocuparemos nosotros.

¡Hasta siempre, Amiga Carmen!

Hoy nos ha dejado una mujer de las de antes; de las de mi Nájera bendita. Esa Nájera en la que las buenas personas como Carmen y su marido Manuel ayudaban a todo el que lo necesitaba sin esperar a que estos se lo demandasen. Qué pocos quedamos ya, mi cara Amiga Carmen, de aquellos que compartíamos lo poco que teníamos, y lo hacíamos como el buen dador: dando cual si estuviéramos recibiendo. Y vosotros, los que teníais negocios -Carmen y Manuel tuvieron una mercería en la calle San Fernando 15 ó 17, al principio, y en la acera de enfrente, después-, nos ofrecíais el género al debo, sin poner jamás mal gesto. Sabes muy bien que os he querido mucho, y que siempre os querré, porque seguiréis viviendo en mi corazón agradecido. ¡Descansa en Paz, Amiga Carmen!